Los sinfónicos

Había una vez un pueblo que vivía en paz, en un valle: eran los sinfónicos.

A los sinfónicos no les gustaban las verduras y las frutas y comían solo carne y pescado. Bebían vino y cerveza, y muy agua.

Los sinfónicos eran poco vagos pero hacían bastantes trabajas: cultivaban sus huertos y hacían sus vestidos. Además, vendían sus productos en los mercados de la región. También, les gustaba muy la música.

Tenían el pelo verde y las orejas pequeñas. Las mujeres llevaban coletas y los hombres, el pelo corto.

Su capital, Simfonópolis, era la ciudad más grande del mundo.

Sus mascotas eran las gatas, los perros y las tortugas. Cada sinfónico tenía una que lo accompañaba durante toda su vida y tenía su misma edad.

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